Nuestras Historias

de Sonia Hurtado

¡Hello! Soy Teneka!

¡Estoy tan feliz que te has juntado con nosotras en nuestra pequeña sección del Internet! 

Aquí te encontrarás todo lo necesario para cocinar rico y llevar una vida vegana. La vida vegana es muy satisfactoria. Pero, no siempre he sido vegana, ahora les cuento mi historia.

Se abren mis ojos

Soy del norte de los Estados Unidos. Nací en Michigan, pero he vivido muchos años en el sur. Recuerdo cuando mi familia se mudó a la hermosa South Carolina. 

Y fue allí que, hace mas o menos 9 años, vi el documental Food Inc. con unos amigos en su departamento en Charleston, cuando Netflix recién se hacía popular.

Por primera vez se abrieron mis ojos a la industria de alimentos y entendí un poco de donde viene nuestra comida.

Entendí que son unas pocas compañías que monopolizan casi toda la industria alimentaria y de que la gran variedad que parece que tenemos en el supermercado, es poco más que un gran sorteo de jarabe de maíz saborizado y texturizado de mil formas; solo una ilusión de variedad. 

Cuando vi el control que tienen estas compañías y aprendí un poco de GMO(OMG) y como modificaban los animales para el beneficio de la venta, me quedé con la boca abierta.

Me afectó mucho reconocer que no sabía que es lo que había estado comiendo por tanto tiempo. Entonces, a partir de este momento decidí ser más consciente decidí ser vegetariana.

Mi dieta anterior

No se me hizo tan difícil ser vegetariana a pesar de estar rodeada por la dieta estándar de América.

No venía de una familia que comía mucho carne en realidad.

Hacíamos los platos típicos Americanos; lasañas y tacos, con su carne molida, salteado de verduras con sus pedacitos de pechuga de pollo. ¡Que irónico que odiada la noche de stir fry (salteado de verduras)! Jaja.

Cuando comíamos pollo siempre era sin piel y sin hueso, porque a mi madre le daba cosilla manejar la carne, recuerdo que me lo dijo.

Mi madre nunca preparaba mariscos, ni freía nada. Por eso, a estas alturas de mi vida aún no sé freír bien, jaja. 

Recuerdo las ocasiones que mi papá sacaba la parrilla en nuestro patio atrás de la casa para hacer hamburguesas, hot dogs, y presas de pollo barbacoa. 

Consumía bastante cereal, Ramen Noodles, helados y queso. Burger King, Wendy’s, Chick-Fil-A, Papa John’s Pizza, y restaurantes mexicanos eran mis favoritos.

Cuando salí de casa con mi hermana gemela empezamos a aventurarnos en el mundo de los mariscos, bueno, en el mundo de pescado. Y como empecé a trabajar en varios restaurantes, comencé a consumir más pollo y pescado de vez en cuando.

Recuerdo que uno de mis platos favoritos era un filete de ternera de 8 onzas, medio hecha, con puré de patatas y su guarnición de verduras o una hamburgesa con papas fritas, como buena americana. 

Pero, lo que aprendí en ese día me hizo dejar de comer carne por algo de 8 años.

Lo que pasó es que aunque por un momento dejé de comer la carne, no seguí informándome de los alimentos y no me mantuvé al día en cómo afecta a nuestra salud. 

Creo que aparte de este documental, no había aprendido nada más. Como consecuencia, empecé poco a poco a comer los animales de nuevo. 

Me mudo al extranjero («abroad»)

Cuando me mudé al extranjero, para apoyar una obra voluntaria, no fue difícil seguir mi dieta mayormente vegetariana. En Perú era fácil encontrar hierbas, verduras y frutas orgánicas regularmente.

Pero en realidad, no sabía muy bien como cocinar. El estilo de vida que llevaba antes no me exigía hacerlo mucho. 

Pero el estar en una nueva cultura, sentí inclinada a probar nuevas cosas y estar abierta a aceptar lo que las personas me ofrecían. 

Además, no estaba acostumbrada a ver los animales en venta sin estar totalmente procesados, cortados en formas más apetecibles y envueltos en plástico. 

¡No me apetecía comprar el pollo, la carne de res ni el cerdo para nada! ¡Ni sabía como! 

Es que cuando ves el cuerpo entero de estos animales de la cabeza a las patas, al menos a mi; me bloqueaba. Puedo decir que al principio, sólo comía carne cuando otro lo había preparado. 

Tuvé una compañera de cuarto que tampoco consumía mucho carne, asi que aprendí a cocinar muchas cosas con ella.

Pero si de vez en cuando, como una vez al mes, nos complacíamos con un chicharrón de chancho, cuy frito, o un pollo a la brasa, que es tan popular en el Perú. Tambíen, comíamos pescado cuando podíamos. 

Yo razonaba de que la manera que se crían y tratan los animales en Sudamérica es mejor y distinto de las imágenes que recordaba de los Estados Unidos. Asi que, de esta manera me excusaba.

Por eso, a través de los años, caí en las tentaciones de grupo y hábitos de la cultura en la que había aprendido a adaptarme.

Entonces, he ido de consumir la dieta estándar de los Estados Unidos, a ser vegetariana, a introducir pescado, a comer muchos otros animales en el Perú incluyendo: pavo, gallina, pato, cordero, chancho, conejo, cuy, alpaca, llama, panza de algo, hígado de no se que, y anticuchos de corazon de pollo. Si, ¡he comido de todo! 

Como me hice vegana

En 2018 me mudé a una ciudad nuevo del Perú. Solo estaba unos meses cuando me dió tifoidea. Pasé varías días con fiebre alta y tanto dolor que pensé que iba morir! Si no lo sabes, la fiebre tifoidea es una infección bacterial que puede ser fatal. ¡Que susto!

Pasé por primera vez en mi vida, dos noches en el hospital. Menos mal, después de unas semanas de antibióticos fuertes y debilidad total, me recuperé. Pero no solo de este infección bacterial horrible; sino recuperé mi entendimiento del salud. 

La tifoidea se contagia por medio de consumir alimentos o agua contaminada.

Al darme cuenta que probablemente comí algo sucio en la calle, aunque no era mi costumbre, tomé la decisión de que jamás iba a comer otra cosa en la calle, al menos por un tiempo.

Estaba decidida cocinar todos los días en casa por mi misma.

Asi que, empecé a ver recetas en YouTube y allí es cuando descubrí el chef Gaz Oakley de avantegardevegan. Vi su video acerca de platos veganos de alta proteína.

Inmediatamente me encantó su estilo y los platos que creaba con tanto color me parecían fenomenales. 

Después, Youtube surgió otro video de Gaz que se llamaba, “Este video me hizo ser vegano en una noche.”

El video era un discurso de Gary Yourofsky que dió en una Universidad en mi ciudad de procedencia. Fue tan impactante, que con toda sinceridad después de verlo, lo mismo me pasó. En esta misma noche había decidido terminar de consumir animales y sus subproductos. 

Entonces, no me hice vegana porque me enfermé. Sino, el enfermarme me hizo recordar que tenemos que estar conscientes de lo que estamos consumiendo. 

A partir de este momento, empezó la investigación.

Siempre he sido algo autodidacta así que, empecé a consumir y consumir cualquier cosa y todo lo que tenía que ver con una dieta basada en plantas íntegros.

He aprendido que es importante educarse. Porque cuando te expongas a la información ya no es un desafío comer buenos alimentos.  

Así que a estas alturas he visto un monton de documentales, he leído varios libros, y escuchado conferencias médicas enteras una y otra vez. 

Descubrí un gusto y interés que no sabía que tenía. Aprendí que me encanta aprender de nutrición, salud y nuestro cuerpo. 

Siempre me he encantado pintar, cantar, y entrenar pero cocinar no era lo mio. Lo único que me emocionaba era hacer un pie de manzana o brownies de vez en cuando. 

Pero, con esta nueva inspiración y interés empecé a disfrutar la cocina como nunca antes. Empecé a cocinar y compartir mis comidas inmediatamente por Instagram @10swholefoodeats. Pensé, ¡Esto es genial, el mundo tiene que saberlo! 

Pero he aprendido que hablar de la manera de que uno se alimenta es un tema muy sensible, tal vez al mismo nivel que hablar de creencias religiosas de algunas personas. Si, raro.

Esto me lleva a buscar otra manera de compartir mis experiencias con los que quieren saber. Y así nació veganasabroad.com.

Estoy comprometida a compartir todo lo que he investigado, leído y cocinado. Aquí tenéis un sitio para venir por apoyo, información y inspiración. Se que les va a beneficiar tal como me ha beneficiado a mi. Me siento feliz y más saludable que nunca. 

También hay una satisfacción en ayudar a otros que desean mejorar su salud con sus decisiones de nutrición. Felizmente, he podido ayudar a mejorar la vida de una de mis mejores amigas.

Ella contará su historia ahora… 

Me llamo Sonia…

Ey, amigos ¿que tal? Soy de Andalucía, España, concretamente de Almería la ciudad donde nunca se oculta el sol.

Doy clases de zumba gold, baile en linea, y estoy muy involucrada en una obra voluntaria en el Perú.

Siempre había pensado que tenía una “dieta equilibrada”  o “saludable” por lo que tanto se dice en España, y otras personas extranjeras, que la dieta mediterránea es de lo mejor.

Y si es cierto, la dieta mediterránea apuesta más por las verduras, frutas, legumbres, aceite de oliva, reducir el consumo de carnes e hidratos de carbono y equilibrarlo con ejercicio. 

Confiada en esto, he vivido contenta con mi dieta casi toda mi vida.

Mi Infancia

De pequeña mi hogar estaba a las afueras de la ciudad, donde teníamos un terreno y un pequeño negocio familiar, cultivando hortalizas.

También teníamos espacio para algunos animales, como conejos, gallinas, un par de cabras, perros y gatos. Algunos de los cuales utilizabamos para consumir su producto y otros para vender. 

Mi mama, de tarde en tarde, mataba algunos conejos y eso me producía mucha tristeza. Me hacía estar enfadada con ella, y no querer presenciar ese acto para nada ni querer participar en ello.

Aún tengo en el sentido metido el chillido; tanto del animal como el que yo y algunos de mis hermanos emitíamos. Por eso, jamás he podido comer conejo.

Tambíen, bebía leche de cabra que mi padre mismo ordeñaba. Su olor al hervirse hasta ahora me produce náuseas. La nata que se quedaba de la leche era algo que no podía soportar. Cuando no quería tomarlo escuchaba las frases típicas de padres:

“Eso te lo tienes que beber porque te hará crecer fuerte y saludable”.

“Tápate la nariz si no te gusta el olor. Pero no te mueves de ahí hasta que te la termines, porque eso necesita tu cuerpo, y punto”.

Por supuesto lo decían porque pensaban que era lo mejor para mi y mis hermanos. 

Lo que siempre me ha gustado de vivir en el campo es que teníamos hortalizas frescas en cualquier momento, solo tenía que ir a arrancarlas yo misma de la tierra y llevarmelas.

Siempre plantabamos lechugas, zanahorias, cebolla, guisantes, remolacha, acelga, etc.
Agradezco la buena costumbre que tenía desde pequeña de comer muchas verduras frescas y de calidad.

Los animales y yo

Me encantan los animales, el tocarlos, jugar con ellos, y ver cómo actúan por instinto.

Un gatito abandonado
Conejito guapo
Con el gato de mi hermano y su cria Simba

Desde siempre creía ser amante y defensora de los animales.


Después de comer al mediodía con mi papás siempre veíamos los documentales de animales, desde un hermoso y elegante caballo hasta una ballena majestuosa, que me han hecho sentir aún más cariño por los ellos. 

Digo creía porque, claro, creo que esto le pasa a muchos como me pasaba a mi (ahora puedo admitirlo), cuando vemos un perrito abandonado o gatito atropellado o mal herido se nos saltan las lágrimas, encoge el corazón y nos sale decir,

 ¿Que inhumano hizo esto?

Pero, por otro lado nos comemos ciertos animales que asociamos que son para poner en nuestros platos y que tenemos el derecho de matarlos, porque desde pequeños se nos inculcó que necesitábamos comer animales para vivir.

Si lo pensamos bien, que paralogía más absurda ¿verdad?.

Debido a esta contradicción de la vida, recuerdo empezar a ver documentales del maltrato animal en el mar, solo en el mar. Aprendí que las ballenas, tiburones, focas, y delfines eran cazados ilegalmente y que les cortaban sus aletas y los devolvian al mar en sus últimos momentos de vida solo por diversión o dinero. Eso me hacía y me hace sentir horrible y llorar por un rato.

Uno de esos documentales que me impactó mucho fue del maltrato de delfines en Japón, The Cove.

He empezado a sentir una indignación por el abuso de los animales terrible y mover la cabeza una y otra vez hacía los lados y querer gritar fuerte “¿Porqueeeeee? ¡Que injusticia!»

Pero a pesar de ello, seguía comiendo animales. No podía asociar que yo por otro lado también participaba en estas injusticias que tanto odiaba y me hacían sentir muy mal.

Ufss, ¿como no me daba cuenta? Parece que viendo el producto bien cortado y cocinado en el plato te desentiendes de que es la realidad de lo que comes.

Eso era un desayuno mio

En mi cultura se dice:

 “Del cerdo se come hasta los andares”. 

Yo he consumido casi todo del cerdo. De hecho me encantaba mi tostada de jamón en el desayuno, la cena o para picar entre horas.

Pero aún más que el jamón para mí era sagrado el fuet, chorizo y queso.

Por eso, no es de extrañar que el embutido envasado sea un constante para el alimento de los Españoles.

El negocio de embutidos es uno que aporta millones de ingresos al país por su consumo y por su exportación por todo el mundo.

Es tan típico comer embutidos, que muchos acuden a ellos para librarse del apuro de invitados sorpresa, y son convenientes para llevarse en un bocadillo al trabajo o para cenar algo rápido sin complicaciones.

Por eso, se puede decir que es “ley” en España comer embutidos.

Así es amigo/a, si no comes jamón, fuet, chorizo, salchichón, o queso eres como el centro de una diana en plena competición.

Te van a llover dardos de mil preguntas junto con expresiones como estas: “¿A ti qué te pasa?”, “¿Qué bicho te ha picao?”, “Eres más raro que un perro verde.”

La polémica está asegurada, ja.

Una nueva aventura en el Perú

Hace como 14 años empecé una emocionante aventura por Perú junto con una amiga. Esto me obligó a cambiar mi manera de comer, en parte, y a ser más selecta en cuanto a no comer ciertos alimentos y a extrañar otros por su inexistencia.

Deje de comer cerdo casi por completo, debido a un problema de triquina que hay por algunas partes del país. Además, la carne de vaca nunca me ha gustado en demasía. 

Eso de comerme un chuletón medio hecho no ha sido lo mío para nada, ni una hamburguesa de ternera, no, no.

Solo lo comía si me invitaban y si no tenía más remedio por cortesía. 

Comiendo langostinos en el 2018

Siempre me ha gustado más el pescado que la carne.

Sobre todo frito. ¡Podía comerlo siempre! ¡Me encantaba!

Pero viviendo en la sierra montañosa lejos de la costa, no siempre era fácil conseguir mariscos o pescado fresco y su precio se incrementaba mucho por esa razón también reduje mi consumo del pescado. 

El vivir a más de 3,600 m de altitud sobre el nivel del mar, hizo que a veces mis digestiones fueran muy pesadas, largas y me quitaban casi toda mi energía para el día. Así que por un tiempo deje de comer cosas con mucha grasa sobre todo en la noche.

Y no solo por el tema de la altitud quería comer diferente. Más bien porque he sufrido de estreñimiento agudo por mucho tiempo.

Podía estar continuamente estreñida (de 3 a 5 dias perfectamente) . Tenía pinchazos y dolores continuos en el intestino.

Probé de todo lo que me decían: laxantes, cáscara sagrada, salvado de trigo, beber más agua, y enemas. Pensaba que esas cosas me ayudarían y quería con todas mis ganas corregir mi situación.

Pero igualmente eso solo me mejoraba un rato y luego igual. Eso llegaba a ser muy estresante.

Aunque reduje el consumo de algunos animales, comía mucho queso, huevo, pollo frito y el famoso ceviche de pescado siempre que podía. También comí embutidos de España cuando la familia los mandaba por correo.

El Cambio 

Me mudé junto con mi amiga de casa a una zona más baja y cerca de la playa en Perú. 

Por esas fechas conocí a la que sin duda ahora es una de mis mejores amigas, “my sister,” que me dio la solución a mis problemas alimenticios. Me abrió los ojos. 

Al ir conociendo más a Teneka me hacía sentir cierta admiración por su entrega y motivación sana por cuidar su cuerpo.

 Y ella, al saber de mi problema de estreñimiento, me daba buenas sugerencias.

“Nuestra salud es nuestra alimentación, y el ejercicio va de la mano.”

Teneka Johnson

El reto que cambió mi vida..

El 23/01/19 recibí un correo de Teneka con un reto adentro.

Como ella sabía la pasión que tenía y tengo por los animales en muchas ocasiones hablaba de enseñarme algunos videos.

Pues el día llegó.

El reto era poder ver el documental de DOMINION, (por si no lo sabes habla del maltrato animal) al menos los primeros 10 minutos sin cerrar los ojos ni girar la cara.

¡Claro que acepte!, pero no pude esos días y como pronto iba a viajar y estar unas semanas con ella, quedamos en verlo juntas. También recuerdo que me decía que comiendo con ella unas semanas se me quitaría el estreñimiento. 

¡¡¡Ojala pensaba yo!!!

DOMINION..

No pude cumplir el reto porque, pocos minutos después de empezar, mis ojos se empañaron de lágrimas; tenía que cerrarlos, no podía mirar más la pantalla ni dejar de llorar. Tanta cruda realidad te penetra en el sentido y te deja loca, sentí horrible, culpable, estupida. 

La realidad está a nuestro alcance, ante nuestros ojos: ahí afuera. 

Solo hay que tener el valor de ser sinceros con uno mismo y afrontar esta gran verdad sabiamente oculta. 

Me puse tan mal que mi amiga propuso quitar el video. Pero, estaba decidida no solo a ver éste video, sino a cambiar por completo, y de golpe, mi forma de comer.

Pero ahora tenía muchas preguntas, dudas y mucho que aprender.

¿Por donde empiezo?

Fue una mañana larga de muchos videos, parecía que mi amiga los tenía todos preparados jaja. ¡Que linda!
Era un continuo aprendizaje, hicimos muchas recetas y me alucinó la idea de ser más original cocinando y cambiando mis recetas. ¡¡Me sentí mejor que nunca!!

Algunas de los platos que hicimos en mi primera semana como vegana.

¿Y sabéis una cosa? Mi estreñimiento desapareció.

Ella tenía razón, esta forma de comer basada en todo lo que da la tierra… me curó.

En serio, parece sorprendente pero así pasó. En una semana noté el cambio.

Los días pasaron rápido y tenía que volver a la realidad.

Tenía que enfrentarme y comunicar mi nueva y determinada decisión a otros. A partir de ese momento, no comería ningún animal, ni sus productos.

Estaba muy nerviosa y preocupada por cómo iba a explicarlo y cómo iban a reaccionar mis familiares y amigos que siempre me han conocido comiendo carne.

Parece mentira que el hecho de cambiar tu alimentación, porque tú te informas y ves y notas buenos resultados en tu cuerpo, sea entrar en polémica con otros. 

Puedo entender que se asusten, y que con cariño se preocupen por ti. Pero eso de que te hagan mil preguntas, como si de un concurso se tratara, sin escuchar casi tu respuesta o por examinarte- llega a cansar.

Por eso, aprendí que no todos van a ver las cosas con tus mismos ojos. Aunque lo desees mucho.

Y que por mas que quieras explicar y mostrar porque es beneficiosa tu alimentación tal vez no van a querer saber nada. 

Y los que te concocen van a sentirse amenazados si les das ciertas respuestas.

De ahí la idea de hacer esta comunidad, este blog.

Está cargado de muchas ganas, trabajo, buenos deseos y buena motivación para todo él que lo desee..

¡Bienvenidos a Veganas Abroad!